miércoles, 13 de noviembre de 2019

CARTAS A MARÍA: CARTA OCHO





Carta 8
26 de Febrero
Vi a tu hermano Paco hoy, me rehuía  pero no le quedó más que pasar frente al periódico. No sabía ni como mirarme a la cara porque él sabe que yo lo di todo. Tú y tu madre me lo arrancaron de las manos y lo pisotearon en el suelo, cada que paso por la panadería sé bien que le escupe a las migajas embarradas en el suelo que solía ser mi corazón. Paco nunca fue mi amigo pero es hombre de palabra, yo sé bien que siempre pensó que un monstruo le arrebataba a su hermanita, a la princesa que debía proteger. Paco fue capaz de ver el valor del amor que te tengo, aun así no fue suficiente ¿verdad o no? Paco me vio y en su mirar me di cuenta de que algo de razón he de tener, porque no me mira con la soberbia del que sabe que está del lado correcto.

Hoy llovía cuando llegué al periódico y me topé con él, la lluvia le daba a entender lo que sentí. El cielo nublado se ve vacío. Sin tus ojos ya no hay más luz que la del candil de la calle. Me miró y sin tener a dónde más hacerse na más me dijo “Adiós Juan”.
A lo mejor a todos ustedes les convendría que yo me muera, así no tendrían recuerdo incómodo de lo que hicieron mal. Ya no les pesaría ver el ánima en pena; en la que me he convertido, vagando por las calles sin consuelo, es mucho para cargar en su conciencia.

¿Eso deseas mientras te encuentras contenta en tu casa María, que yo me muera?
Y yo aquí cual pendejo amándote, aferrado a pesar del tiempo y la distancia, aferrado a la esencia de tus ojos, al perfume de tu alma.
Esa sonrisa tan tuya que ilumina el universo, sé bien que serás para él trofeo brillante y hermoso, que él  te quiere pero también sé que no te ama, eres propiedad y premio. Para mí María, eres el universo entero. Antes de ti nada y después de ti sólo la muerte.
Te amo

Te voy a amar siempre, lo sabes.
¿Me odias aunque sea un poco?
Por lo menos al odiarme quiero creer que no me olvidas.

Juan.



CARTA UNO

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