miércoles, 13 de noviembre de 2019

CARTAS A MARÍA: CARTA NUEVE





Carta 9

12 de Marzo

Ya me olvidaste María, he desaparecido. Tú  eres eterna, como la luz del sol. Te fuiste para no volver y tengo que hacerme a la idea. El sol no se percata del gusano que muere quemado por su calor. Tú no sabrás cuánto dolor me causo tu ausencia. Quisiera volver en el tiempo y morir ahí entre tus brazos, todos seríamos felices.

El tiempo sigue y sigue,  sin ti no soy nada. Polvo arrastrado por el torbellino de la realidad. No hay ni día ni noche María, ni luz ni sombra. No hay nada, absolutamente nada. La comida es una tortura una y otra vez, el aguardiente ni quema. Qué vida es ésta, donde el aguardiente no sabe a nada, no duele, no cala ni quema. 

A las gardenias se les acabó el perfume y el amanecer no amanece, se murieron todas las macetas de mi cuarto, si me baño el agua no está ni fría ni caliente. Ayer Marcela la de la cantina de Pancho me regaló un tequila, creo yo que por lástima, me lo tomé  y no me hizo nada. Marcela me vio con lástima y se fue. Cinco meses, cinco días, cinco horas que no he conciliado sueño sin tormentas. Las golondrinas de la madrugada están solas sin nosotros y nuestros besos. Tus labios son puñales espinosos en mi mente. Lo entregué todo, a qué quiero que vuelvas si te llevaste todo de mí.


El silencio de tu voz en mi vida me llena de amargura, miseria y tormento son mis compañeros en casa.

Esos hijos que no tuvimos hubieran sido hermosos, con tus ojos, con tu sonrisa, con todo tuyo y mi nombre me hubiera bastado. Creo que hasta para esos hijos es mejor que me dejaras, aunque no lo creas yo eso pienso. Esos hijos que casi fueron míos  serán más felices en una casa con muchos cuartos, con baño y con radio por las tardes. Hasta van a ir a una buena escuela, quién quita y a lo mejor se van a San Diego a estudiar para ser gente de bien. Aquí no más de chalanes de barrio, ese era su destino.

Yo creo que si yo fuera tú, también hubiera pensado en eso. A lo mejor lo hiciste por esos hijos María, esos hijos que míos o no siempre serán tuyos. Con tus ojos y sus pestañas, con la sonrisa de alba en el cielo.




Juan

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