Carta 1
Diciembre 7
Todavía
no se me olvida María; el día que mi mundo se hizo pedazos. Te observaba y te
veía, tú simplemente pasaste de largo. Algo en mí murió ese día. Nada volvió a
ser lo mismo y si mi apatía no fuera un pesado grillete tal vez hubiera
actuado. Yo sentí que lo di todo pero es algo que en la realidad no pasó.
Siempre
creí que seríamos felices juntos pero me olvidaste. Corriste hacía delante con
los ojos cerrados y sin pensar en dar la vuelta. Nunca volverá a terminar el
otoño para mí de la misma manera. Me
quedaré inundado de porqués hasta que me muera.
Te
lo dije una y otra vez, aunque nada es para siempre ¿Verdad?
Hoy
que me despierto me doy cuenta que no soy nada, tú te aferraste a un ancla
oxidándose en el lecho marino. Sí, esa mirada llena de luna me dio esperanzas.
Pero tú eres todo y soy nada. ¿Por qué te quedaste un tiempo si sabías que iba
a caer más fuerte?
María:
yo no quería herirte, tus lágrimas eran dulces en mi lengua y se me hicieron
vicio.
Lo
creí y lo creo; lo di todo.
Me
quisiste; yo te quiero, me dejaste y yo te espero. El silbido del tren que te
llevó lejos me dejará llorando en el alma hasta que tenga alma. Yo te amo
María, tú escogiste una vida para ti. Serás de él y tendrán hijos juntos. A lo
mejor ya ni me recuerdes, aunque no ha pasado tanto. Él tiene y es todo lo que
yo no, te dará esa casa con la que soñabas y los hijos que soñabas conmigo. Yo
seré por siempre el mismo vago que conociste en la colina de las flores. Eras
demasiado para mí, supongo.
Te
vi cuando te fuiste, no te importó.
Juan
No hay comentarios.:
Publicar un comentario