Carta 10
20 de Marzo
A
lo mejor tengo que conformarme, te tuve y fuiste el sol; no cualquiera.
Nuestras primaveras fueron las más bellas y hasta las más terribles peleas eran
dulce néctar de rosas a tu lado. Ahora me quedé como trapo sucio arrumbado en
la oscuridad de la nada pero tuve mis días de gloria. Imagínate a toda esa
gente que jamás te tuvo en su vida, que no conocen la luz y el calor. Esos que
no saben cómo es besar el aroma de las flores y el claro de la mañana. Yo tuve
mucho más y no fue para siempre pero fue mío, instante de éxtasis y notas
dulces de flautín.
Me
quiero morir, hoy igual que todos los días. Pero hoy me doy cuenta de que
fuiste mía, por casi nada pero mía, para mí, como mi sangre, como mis ojos y
mis manos. Yo no soy nada, ya me había dado cuenta y lo que me hizo alguien
fuiste tú. Me acuerdo que hasta la gente nos miraba como con admiración y
envidia. Nadie me ha vuelto a ver así. Un día
Don Melcho me dijo en la cantina que
por qué no te olvido.
¿Cómo se borra a alguien de la vida María? ¿Cómo
se le quitan a uno esas ganas de respirar el aire?
A
lo mejor y si me muero al final de todo pero no me voy a morir porque quiera,
me muero porque el aire en mi pecho se fue a vivir con un ricachón. A vestirse
de novia y en nombre de Dios; darle los hijos que yo quería para mí. Mis hijos.
¡Es
que no puedo María! No, de verdad no. Ya me quedé sin aire y sin sonrisas. Tú
dime cómo María.
¿Cómo
haces tú para tragarte todos los años que pasamos juntos y hacerlos nada?
Hay
un universo entero separándote de mí, a pesar que te quiero, que te necesito y
me haces falta para vivir. A lo mejor no me quieres ya, estoy seguro de que
algún día me amaste. Me voy a morir sin ti y tú habrás de vivir tu vida bien
bonita.
Mereces
algo mejor, mereces el mundo entero María. Ahora lo tienes. Yo no tengo nada
que no sea dolor y aquí me quedaré a no ser más que trasto desgastado que se
pudre en el rincón.
Juan
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