viernes, 24 de junio de 2022

DETÉN LA OSCURIDAD

 


TE EXTRAÑÉ MUCHO

Yo ya no sé si hoy es hoy o es ayer, si es de día o de noche. Es sorprendente lo adaptada que ya me siento a la oscuridad, al rasguido de las uñas de las ratas en la tubería, a los goteos, al olor, al suelo mojado y frío. Ya nada de eso me molesta tanto, lo que sigue pesando deveras es saber que estará pensando mi madre.  A veces me pongo a cantar canciones en mi cabeza, de las que a ella le gustaban y ponía en el radio cuando iba a planchar. Me pregunto si acaso podrá oírme cantarlas dentro de su mente. Le gustaba mucho una que decía:

“Si pudiera salir

Como un ave volar

Podría yo llegar a cualquier lugar”

Si yo pudiera, volaba hacía casa ahora mismo. Algo en mi alma cree que, si canto eso, puedo salir de aquí, aunque de aquí no saldría siendo un ave, saldría si me vuelvo una rata. Ellas son las reinas de la oscuridad, las aventureras de las alcantarillas y las explotadoras del laberinto. Se saben las rutas de escape, las áreas peligrosas y como llegar hasta la luz del día, en una ocasión, una entró a la celda arrastrando la mitad de una paloma, que seguramente trajo de afuera, ella conocía la ruta hacía la libertad, al cielo azul y al aire fresco.  Tengo que hacerme hacía adentro, tan adentro de mí, que me vuelva rata, que me aprenda los pasillos oscuros del laberinto que me atrapa en mi mente, que pueda yo correr de vuelta a mi hogar.

Es que yo no puedo morir aquí ¡Simplemente me niego! En un pasado muy, pero muy distante, incluso antes de que me tuvieran atrapada aquí, yo tenía un futuro, sueños, ilusiones para vivir la vida.  Era una niña brillante, o eso me decían siempre, yo quería ser una joven promesa con logros, quería ver el orgullo en los rostros de mi familia, tenía grandes sueños, deseaba viajar y ver el mundo, Javier siempre me dijo que la oportunidad de ver el mundo era más importante que el oro, que eso enriquecía al alma. En aquel pasado muy lejano, yo tenía aspiraciones y ganas de vivir mi vida, en aquellos días tenía la fantasía de lograr ser “alguien” y alcanzar mis metas, tenía una idea muy clara de mí, de quien era, de ser una buena persona, una niña sonriente. Yo tenía la idea bien enterrada de que, merecía ser amada.

Pero eso se acabó, todo se fue cayendo a pedazos poco a poco, primero con lo que me hizo Josué, cuando nadie me creyó, después lo de Pablo, que ya ni me molesté en decirle a nadie, años más tarde lo que me pasó con el Padre José en el confesionario del colegio, el acoso, la persecución y la burla. Y ahora ÉL, él una y otra y otra vez, él en mis días y mis noches, en mis pesadillas y en mis lágrimas.

Lo escucho, se está acercando, puedo sentirlo, lo huelo. 

Por fin, se oye, track la primera, rack la segunda, crack la tercera.

Llega azotando la puerta y yo me sobresalto, aunque no quiera, pero no lo veo, creo que verlo es a la cara en algo que me invade y me violenta mucho más que cuando me somete y me penetra. Las muecas, su respiración y su cara desencajada me hacen huecos mucho más profundos en el alma, que todo el dolor que me pueda infligir, eso puedo alejarlo, eso puedo soportarlo. No puedo con la invasión de sus ojos buscándome la mirada. Ha encontrado una nueva manera de torturarme y eso le alegra.

Me besa la mejilla con una dulzura tal que puedo sentir el vómito subiendo por mi garganta, y me dice “Mariana, te extrañé mucho”.

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