martes, 26 de abril de 2022

DETÉN LA OSCURIDAD

 

QUE NADIE NOS OLVIDE



En la negrura se pierden muchas cosas, recuerdos y libertades. Pero creo que lo que más me fue arrebatado por la oscuridad es mi futuro. Yo ni, aunque salga de aquí voy a ser la persona que iba a ser antes del encierro. Me he quedado sin futuro, sin porvenir ni aspiraciones, no voy a regresar a tener los sueños que tejía a medias hace unos meses. Y con eso, mucho de mí ya ha muerto. “Yo ya no soy yo y mi casa no es mi casa”.

El fantasma de Paula me atormenta en mis sueños y el de Mariana ulúa afuera de la puerta, me preguntó a qué paso yo dejo de ser yo, para convertirme en ellas.  Todo lo que ha pasado durante estos meses me trastorna mucho, la oscuridad me invade y yo quiero entregarme a ella, alejarme de mi cuerpo hecho pedazos para ser aire y rumor doloroso en esta prisión, igual que Paula, igual que Mariana e igual que quién sabe cuántas otras antes de nosotras.

No sé cuándo es día o noche, sólo duermo y duermo en piso mugroso hasta que viene él, hace uso de mí y si tengo suerte se va. Hay momentos en los que no puedo asegurar si estoy despierta o no cuando él llega, quizá todo esto es tan sólo una infinita pesadilla de la que no puedo despertar y moriré sin volver a abrir los ojos de verdad. Ya no tengo ataduras a la consciencia, porque soy todas y ninguna, soy nada en la oscuridad y al mismo tiempo sigo siendo todo lo que me conformó antes de que el encierro y la violación me aniquilaran.

Otras veces puedo sentirlo, sé que viene a por mí mucho antes del “crack” de la puerta. Lo percibo, lo siento acercarse para atacar. Y es entonces que la obscuridad me absorbe, que yo dejo de ser yo para volverme una partícula de polvo y floto hasta desvanecerme. No soy Mariana, ni Paula, ni Martha y mucho menos soy yo. En ese desaparecer, en medio del desvanecimiento, deseo morir de una buena vez, que se acabe todo. Hasta llego a suplicarlo “mátame ya, acaba con todo”. Quiero ser una con la oscuridad y que éste no ser nada se termine. Ya no queda nada de lo que era, antes de que me sacaran toda la sonrisa a golpes y elevar la mirada del suelo fuera sentencia clara de tortura.  


Hace un rato (tal vez hace días) lloré muchísimo, después de soñar un recuerdo lejano. Cuando yo tenía 14 años viajamos a la playa, éramos un grupo grande, iba mi familia cuando Javier estaba vivo; porque la muerte de Javier es un antes y un después para nosotros. Los compadres de mis papás y sus tres hijas, mis primos Beto y Pablo, además del hijo de mi madrina Lupe ¡cuánto lo odiaba yo! Se llamaba Josué, y no es que Josué fuera del todo malo, a veces hasta me hacía reír. Pero me emperraba el poder que tenía sobre mí, es que yo no sé cómo, pero podía hacerme hacer todo lo que él quería. O me menos preciaba, o me retaba, o iba de lambiscón con mi mamá y mi mamá le gritaba “¡estate quieta y deja de molestar a Josué!”. O se hacía el desentendido y yo terminaba de responsable, haciendo las cosas por él. Casi al final de ese viaje me besó a la fuerza entre los pasillos del hotel. Íbamos mojados y yo casi me caigo cuando apretujó todo el peso de su cuerpo sobre mí. Me agarró a fuerza la mandíbula, me metió la lengua y la pasó por mis dientes, sentía su pene erecto golpeteando mi vientre; casi me vomito. Cuando me soltó, yo estaba llorando y él con una sonrisa de satisfacción que no podía con ella, con una cara de que me iba a joder la vida. Les dije a todos los adultos y nadie me creyó, tan bueno Josué, yo tan chamaca cabrona, haciéndolo quedar mal.

Quien diría que en muchos de ellos, ese es el último recuerdo que queda de mí. 

PARTE 3

PARTE 2

PARTE 1

DETÉN LA OBSCURIDAD

“¿POR QUÉ SIEMPRE ME DEJAS MARIANA?” Edge of the circle No puedo ni recordar lo que me hizo, pero ahora duerme. Parece muy tranquilo, está s...