viernes, 21 de febrero de 2020

CARTAS A MARÍA: CARTA ONCE

Carta 11
8 de Abril


El duelo de perderte ha convertido toda música en silencio. Me he vuelto una máquina que se mueve al ritmo de la obligación. Ni sé por qué, me levanto, me visto, me trago mi tortuoso alimento, voy a trabajar, regreso a casa me tomo el aguardiente y hago como que me duermo.

 ¿Qué hago con la vida que me queda?

Hoy pasé por tu ventana, na más pa torturarme. Te esperé mirando la ventana, esperaba la salida del sol detrás de las cortinas. Cuál fue mi sorpresa al darme cuenta de que yo morí el día que te fuiste y yo no estaba ahí parado. Qué dulce sonido, el de la botella de aguardiente vacía al estrellarse contra el piso. Qué bella mirada fija, la del miedo doloroso sentado en mi silla de la cocina. Qué cálidos los besos de mis lágrimas que fluyen todas las noches. 


La vida pintaba mejor cuando me amabas María, porque había vida. Ahora no hay nada, las estaciones pasan y las horas se hacen polvo. El océano tempestuoso que hay entre tú y yo se embravece. Yo respiro y respiro cada vez más hondo, como si así me doliera menos. 

¿Quién te ha dicho que tienes ese poder María? ¿Quién eres tú para decidir si sale el sol? ¿Desde cuándo tu sonrisa es autoridad para la luna? ¿Quién te crees para echar toda mi vida a la basura subiéndote a ese tren? 

Es cierto, eres tú y tú lo eres todo. Eres la luz del sol, el aire y el agua. Toda la vida en la tierra y el cielo. Eres el regalo divino a la tierra, vaya que fui afortunado. 

Todavía no puedo con esto María. De verdad no sé cómo le hace la gente, para seguir caminando como ganado, para irse a hacer como que están viviendo. La cantina me parece un paraje tan extraño, tan feliz e idílico que se me hace insoportable, ya mejor me debería matar para que en el panteón ya no me torturen las preguntas que viven en mi cabeza. 

Desearía poder hablarle al amor que te tengo, gritarle y reclamarle. Decirle que ya por fin me deje solo, si se niega le azotaría la mollera contra la pared una y otra vez y otras más hasta que el cráneo se le hiciera añicos como los de mi corazón. Lo cortaba en pedacitos y lo enterraba debajo de mi catre. A lo mejor así me dormía en paz pensando que ya no te amo.

Juan
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CARTA UNO

DETÉN LA OBSCURIDAD

“¿POR QUÉ SIEMPRE ME DEJAS MARIANA?” Edge of the circle No puedo ni recordar lo que me hizo, pero ahora duerme. Parece muy tranquilo, está s...