miércoles, 2 de octubre de 2024

Sed de sangre

Cada noche me despierto con  sed de sangre. 



No puedo sacudir mi pensamiento, la bilis me sube hasta la garganta cuando pienso en sus caras, todas y cada una de sus caras.

Desearía poder atormentarles, desearía entrar en sus sueños y que todo lo que escuchen sean los gritos de las madres de esos hijos que asesinaron. Desearía ahogarles en las lágrimas de los hijos que no volverán a casa. Quisiera sepultarles con todas mis fuerzas bajo las toneladas de sangre seca que ellos mismos han derramando. Que los aplasten los cuerpos de aquellos que sacrificaron a cambio de una miserable untada de poder.

Que no tengan paz, que no encuentren calma, que los persiga para siempre el fantasma de ese dolor que infligieron en los demás. 

Que cada toquido en la puerta les ponga los pelos de punta, que cada resonar del teléfono venga con un sobresalto de muerte, que siempre esperen de las mala noticias, que a cada momento posible el miedo les invada.  Un calambre frío bajo sus espaldas cuando escuchen el sonido de su  propio nombre. 

Que no encuentren el descanso, nunca, nunca, ni en el sueño, ni en el silencio, ni el la muerte.  

Verse las manos y recordar la sangre donde estuvieron sumergidas. A cada bocanada de aire el aroma alcalino y dulce de la carne descomponiéndose, los gusanos revolcándose y palpitando bajo la piel, la grasa escurriéndose a los lados. 

Que las miradas de los muertos los persigan en todo momento, mientras comen, cuando se bañan, cuando se miran al espejo en las mañanas. 

Que sientan en la propia piel el dolor que ellos mismos propinaron a otros, el ardor de la bala, el frío del punzón, el líquido fluir del machete, sin parar, una y otra vez, consumiéndolos en el fuego de infierno que ellos mismos echaron lumbre. 

Que vean los rostros de sus víctimas en la sonrisa de sus hijos, en los abrazos de sus madres. Quiero que sufran, que despierten a la media noche bañados de sudor frío, volteando hacía la oscuridad y sientan el peso ahogador de mis ojos, observándoles, devorándolos. 

Que busquen la salida de las cavernas y puedan nunca encontrar. 

Porque esta noche tengo sed de sangre, una sed que sólo podré saciar, con la suya. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

DETÉN LA OBSCURIDAD

“¿POR QUÉ SIEMPRE ME DEJAS MARIANA?” Edge of the circle No puedo ni recordar lo que me hizo, pero ahora duerme. Parece muy tranquilo, está s...