Carta 7
22 de Febrero
El
silencio era mucho ésta madrugada. Me levanté en sobresalto y sin pensar ya estaba caminando por la calle,
debió ser antes de las 5 porque los mineros salían ya en procesión a esperar el
tranvía de la mina. Inocencia estaba en su puesto con el fogón prendido y el
atole hirviendo, hacía frío porque Inocencia traía un rebozo grueso bien
amarrado. Yo no sentí nada.
¿De
verdad no extrañas nada de esto María? ¿Nada de esos detallitos que hay por
aquí? Así como el olor de las tejas en los techos después de la lluvia, o el
sonido titilante de las ollas que vende Don Javier, el pirul de la plaza en las
noches de viento; parece que baila libre con el aire que lo abraza. O el cerro
del ahorcado en Noviembre, parece que se dibuja un castillo en el cielo cuando
las nubes del otoño lo cobijan. Y qué me
dices de la feria de San Lorenzo en el verano, siempre te gustó pasearte entre
los puestos y bailar con la banda. ¿Ya no piensas en eso, como más nunca
piensas en mí?
Jaime
se sorprendió de verme esperándole en la puerta del periódico, lo que Jaime no
sabe es que yo estaba ahí pretendiendo que te esperaba como solía hacer,
pretendiendo que te saldrías por la ventana y yo te ayudaría a saltar por el
tejado del corral y nos iríamos juntos a contemplar el infinito. Soñábamos
entre las estrellas y luego en el sigilo de la madrugada subías de nuevo por la
ventana, me soplabas un beso y yo creía
que la vida era perfecta, que la luna brillaba celosa de nosotros, las flores
nos esperaban durante el día y el atardecer nos admiraba a nosotros. Trabajé y
trabajé hasta que ya no había nadie. Estaba trabajando, monótono y repetitivo
para que se me olvidara todo. No se me olvidó. Me conoces mejor que nadie,
quizás me conoces mejor que yo, sabes bien que no voy a sobrevivir a esto. No
puedo. Realmente no puedo, eso de vivir no es para mí, no sin ti.
Te
amo María, te amo y me estoy muriendo.
Dime
¿qué hice mal? ¿Ahora qué hice? Ya ni el alcohol me apacigua las mil y un preguntas que estallan en mi
cabeza. ¿Cómo te fallé si te amo tanto? ¿Cómo amarte hasta la locura resultó un
fracaso? ¿Es alguna vez suficiente? La respuesta a mis preguntas yace sobre mis
hombros y se encuentra aferrada a mi espalda y no puedo volverme a verla
derecho. Esta noche el organillero del Jardín estaba tocando tu canción María y
yo por nada me muero.
Juan