lunes, 25 de marzo de 2019

CARTAS A MARÍA: CARTA CUATRO



Carta 4
Enero 29

Hace mucho tiempo que por muy borracho que ande no me río de nada. Ni de los pleitos de otros borrachos en la cantina de Pancho ni del sermón del  Padre en el atrio. Nada, así como yo, nada.

Hoy vi a tu madre de camino al periódico, estaba abriendo la panadería y barriendo la calle. “Buenos días Juan” y no me quedó más remedio que responder “Buenos Días Doña Alma”. Desde que te subiste al tren no había tenido contacto más incómodo con la vida.  Tu madre nunca me quiso y yo bien lo sé, mira que no es secreto para nadie. No soy pendejo María; ella tuvo mucho que ver con que te fueras con él. Y algo de razón tuvo, porque él te dará casa y sustento, te puede comprar vestidos y macetas repletas de flores. ¿Qué vida te pude haber dado yo? Sino la misma de ella, la de mujer trabajadora del vulgo, con las manos resecas de lavar, con las rodillas raspadas de moler en el metate, con ojeras oscuras de pasar horas a luz de vela zurciendo calcetines.

Sí, así hubiera sido. No más que vida obrera, llena de pantalones rotos y ropa remendada, un sólo par de zapatos y frijoles en la comida. Así hubiera sido vida mía, puros paseos en la alameda sin comprar nada y viendo a los hijos de los ricos con sus raspados de limón. Vivir entre pobrezas y apuros, tú cubierta de harina de cocina y yo de tinta de periódico. Con  chiquillos felices y correlones, mugrosos y remendados, pero con sonrisas de luz como la tuya.

Porque cuando hay amor hasta con dormir debajo de una higuera… a lo mejor no había amor y ya.

Hubiera dado mi vida por esa sonrisa tuya, de cierto modo la estoy dando. Yo aquí  en este abismo profundo y tú allá arriba, iluminándolo todo, regodeándote de todo aquello que deseabas. Un jardín, una casa tuya, criada para no tener que rasparte las rodillas fregando pisos.  Ropa bien almidonada y hasta un radio.
No te perseguí ni me colgué del tren porque era por tu felicidad, por muy vana que parezca tu sonrisa aunque frívola me vale más que la vida entera para mí.  Me moriría otra y mil veces con tal de que tú sonrieras. Me pudro y retuerzo con mi dolor y todo con tal de que tú no te duermas en un catre viejo el resto de la vida.

Juan.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

DETÉN LA OBSCURIDAD

“¿POR QUÉ SIEMPRE ME DEJAS MARIANA?” Edge of the circle No puedo ni recordar lo que me hizo, pero ahora duerme. Parece muy tranquilo, está s...